No tener que comunicarse con los
árbitros en ningún momento del partido podría ser lo ideal, pero hay ocasiones
en las que es comprensible que el entrenador quiera una explicación de una
decisión arbitral. El problema viene cuando de una manera inadecuada, debido a
los nervios del partido o a no saber comunicarse con los árbitros, se pide una
explicación o una sanción a una acción del equipo rival. Por ello, es
comprensible que el entrenador se desespere, ya que nadie le ha enseñado a comunicarse
con los árbitros.