jueves, 5 de febrero de 2015

¿El árbitro puede no estar a la altura del partido y, por ello, hacer que ambos equipos salgan descontentos?


El arbitraje es una tarea muy difícil que hace casi imposible que todo el mundo salga contento con el trabajo que realiza el árbitro. La decisión de una jugada debe ser tomada en milésimas de segundo y esto condiciona en la mayoría de los casos al estado mental del árbitro. Aunque acierte, casi siempre hay alguien que estará en contra de esa decisión debido al partidismo existente por parte de los aficionados o miembros de un equipo.

Para poder soportar esta presión, el árbitro debe poseer unas cualidades bien asentadas como son el conocimiento total del reglamento junto con sus interpretaciones, experiencia conseguida a través de partidos y control emocional en situaciones de estrés.
 

Hace poco leía un tweet sobre si el árbitro podía no estar a la altura del partido que arbitraba ya que los dos equipos habían salido descontentos.
Primero, quería dejar claro que los árbitros trabajan para la federación, no para los equipos, lo que hace que sea la federación la que tome las decisiones sobre los árbitros, tanto premios como sanciones. Este hecho poca gente lo recuerda a la hora de criticar la actuación del árbitro. Segundo, si un árbitro ha llegado a la élite de ese deporte, no es porque simplemente sea amigo de toda la federación deportiva, si no porque ha demostrado durante años su capacidad de progreso y de conocimiento a la hora de aplicar las reglas del juego. Cierto es que existen algunos casos de ascensos meteóricos en poco tiempo pero, aunque pueda parecer demasiado pronto, estas personas terminan demostrando sus cualidades. 

Entonces, ¿Cómo puede ser que los dos equipos lleguen a estar molestos con la actuación de un árbitro o de todo el equipo arbitral? Existen dos posibilidades para que ocurra esto.
La primera no es usual pero puede llegar a ocurrir: El equipo arbitral, al igual que los equipos que van a jugar, realiza un pre-partido decidiendo qué medidas se deben tomar ante diferentes lances del juego, como moverse por el campo e, incluso, como apoyarse anímicamente entre ellos mediante gestos no apreciables para el simple público. Si este pre-partido no es el adecuado, se notará en las decisiones que tomen los árbitros. Podrían desde permitir mucho juego duro a sancionar cualquier contacto mínimo. En cualquiera de estos dos casos, lo más seguro es que los dos equipos salieran descontentos ya que los árbitros no han sido capaces de “sentir” lo que querían hacer los jugadores.
Y la segunda: Cuando el jugador, el compañero del jugador o el entrenador comete un error sabe perfectamente que lo que debe de hacer es asumirlo y si no, perderá el partido. El problema viene cuando el error viene de un tercero que no tiene que ver con el equipo; el árbitro. ¿Por qué es tan difícil aceptar un error o una decisión del árbitro contraria al pensamiento del que observa la jugada? Yo considero que es porque no se enseña a ganar con dificultades adversas. Si la gente aceptase que pueden existir decisiones de otras personas que condicionasen su trabajo y se centrase de verdad en su objetivo, seguro que los resultados de muchos partidos serían muy distintos y la actuación del equipo arbitral pasaría más inadvertida.

1 comentario:

  1. Bienvenido al mundo de los blog. Me alegra mucho de que finalmente hayas decidido hacer el tuyo propio.
    Me parece muy interesante que ayudes a difundir el trabajo que hacéis los árbitros. Habrá quien pienser que vuestra actuación se limita exclusivamente al partido pero los que estamos dentro sabemos todo el tiempo de formación y práctica que hay detrás de cada uno. Somos humanos y podemos cometer errores pero creo que dando a conocer la labor de los árbitros, la forma de trabajar, os ayuda a estar más cerca de los equipos y que todos nos entendamos mejor. Enhorabuena por el blog.

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